TARDE BUSCÓ LA VERDAD
La foto es de la etapa musulmana de mi prima Leticia, cuando creyó que inmolarse por la causa de los talibánes, era la verdad.
-¿La verdad, es una sola? - se preguntó mi prima Leticia, cuando ya era tarde.
A la pobre, desde que nació, le encajaron, a súperpresión, millones de verdades, como “Las nenas buenas siempre se portan bien, sino se van al infierno; la bombacha no se muestra; come con la boca cerrada; limpia tus dientes y báñate todos los días; no se contesta a los mayores; no te juntes con los varones; no corras, que te puedes caer, y eso es de machonas; debes comer toda la comida del plato; siempre debes dar las gracias y pedir por favor; nunca digas una mala palabra; eso se llama cotorra, y eso de los nenes, pito; a los nenes los trae la cigüeña de París, envueltos en un repollo; no juegues de manos; esas cosas no se preguntan -esto era por todo lo del sexo -; no te ensucies la ropa; no hables con desconocidos; debes estudiar mucho y jamás les contestes a la maestra; debes rezar todas las noches, antes de acostarte, Dios ve todo lo que haces; y si no lo haces, es pecado y te va a castigar; no tengas malos pensamientos; no dejes que los varones te toquen, y menos que te besen”. Hay mil verdades más... y a todas les hizo caso... Ahora tiene 43 años, se comió toda la comida del plato, para volverse sana y fuerte, ahora es obesa, y es muy fuerte, te pisa bastante fuerte, si tienes la desdicha de que te ponga sin querer su píe encima. Además es muy torpe de movimientos, porque nunca corrió, y se cae a cada rato, tiene más moretones que cabellos. Nunca habló con desconocidos, como no fuera por fuerza mayor, por lo tanto jamás tuvo novio. Nunca mostró la bombacha, ni dejó que la toque un varón, menos que la besaran –creo que nadie lo intentó -nació el 7 de septiembre, y es de Virgo por partida doble. Muchas veces tuvo malos pensamientos, pero por suerte, tenía la iglesia Corpus Dómine, en el barrio de Villa Luro, en Buenos Aires, a dos cuadras, y se iba a confesar todos los días, para que la perdonen. Nunca le contestó a las maestras, por eso la elegían abanderada, y todos los chicos la odiaban, por eso mismo. Nunca tuvo amigos ni amigas. Estudió mucho, pero como siempre fue obesa, nunca le daban trabajo en ningún lado, y pese a su título de experta en Relaciones Públicas, nunca pudo siquiera ser recepcionista de un pedicuro. Ahora cose para afuera, muñequitas de paño lenci, le pagan una miseria.
Tenía tantas verdades, mezcladas y opuestas, que no le servían para vivir, y menos para ser un poquitín feliz.
Entonces un día decidió buscar la verdad incuestionable. Se puso a estudiar toda la filosofía del mundo y a conocer todas las religiones.
–Tengo que encontrar la verdad absoluta, para que mi vida encuentre la felicidad, aunque sea un poquito. Porque hasta ahora no soy una fracasada, soy el arquetipo del fracaso – me dijo, en un mar de lágrimas. Leticia leyó entonces a los griegos antiguos, y supuso que la homosexualidad estaba bien. Le llevó una semana de rezar para expiar haber pensado eso. Creo que además hubo un detonante. Y pudo haber sido haber querido besar a mi prima Lidia en la boca, pero no lo puedo afirmar. Lo vi, medio de reojo en una fiesta familiar, pero por algo nunca más se hablaron.
Leyó Mein Kamp, de Hitler, y creyó que había que aniquilar a los judíos. Casi fue presa, cuando le pegó a un joyero judío, de la calle Libertad, porque creyó que le quiso cobrar de más un reloj.
Leyó el Corán y se compró un Burka y anduvo con él, bastante tiempo.
-Así no se me nota tanto la obesidad... y si miro a un hombre con lascivia, tampoco –me confesó un día, cuando dudé en decirle si tenía razón o no. Desde ese punto de vista, de la lujuria, ella tan casta, por obligación, tan religiosa, era razonable.
Le pasó lo mismo al leer sobre el judaísmo, y nunca más comió carne de cerdo, además de no querer trabajar los sábados. Por eso la echaron de varios trabajos con horarios rotativos.
Leyó el Libro Rojo de Mao, y quedó tan de acuerdo con la revolución cultural, que hasta pensó en matar a una profesora que la mandó a examen en matemáticas en cuarto año, de modo injusto, treinta años después. Anduvo buscándola por Internet. Una noche se arrepintió y al día siguiente se confesó a la mañana en Corpus Dómini, y luego a la tarde, en San Cayetano, que le quedaba cerca.
Leyó a Sartre, y pensó que la vida es una basura. Se hizo hippie, no se bañaba, olía espantoso. En esa etapa perdió varias amigas.
Como en paralelo estudió todas las religiones cristianas, se llenó tanto de culpas, que intentó suicidarse comiendo pizza de anchoas... ahí subió en una semana 32 kilos. Por suerte Martín, el chico del delivery de pizzas, que estaba en tercer año de psicología, la hizo comprender su error. Pero se enamoró de él, y siguió pidiendo pizzas para que viniera, pero le mandaban a una muchacha, Andrea, novia de Martín y compañera de la facultad, con la que se hizo muy amiga, y la ayudó a salir de esa situación. Pero se agregó un complejo de culpa más, por seguir deseando al novio de la amiga.
Leyó el Diario del Che, y estuvo por las sierras de Bolivia, estudiando el terreno, para una revolución, pero pronto desertó de eso, porque por las noches, también estaba leyendo La Cenicienta y otros cuentos infantiles, y decidió mejor volver al barrio, en busca de un príncipe azul. Claro, en Villa Luro no hay príncipes, y menos azules... Si habrá besado sapitos que veía cercanos al Riachuelo. Todo eso la descorazonó mucho. Viéndola tan decaída, le aconsejé que pruebe con el psicoanálisis. Cayó en manos de un freudiano hiperortodoxo, que le dijo que todos sus problemas provenían de la mala educación de que le endilgaron sus padres. Supongo que por eso tío Jeremías, el padre la desheredó, y la expulsó de la casa paterna. Les había hecho juicio a ellos, por la mala educación que había recibido y exigió que la indemnizaran. Aunque eso nunca lo pude probar. Daba para pensar eso, porque se fue a vivir sola a una pensión de mala muerte.
Cuando le dio por la antropología, fue duro... saberse descendientes de los chimpancés, ella que tenía complejos con su cuerpo, la llevó a una crisis de fe en la humanidad.
Pronto se hizo creacionista. Pero un día que se estaba mirando desnuda en el espejo, recordó que estaba hecha a imagen y semejanza de Dios, y le dio por negar a Dios.
-No puede ser que Dios sea tan feo como yo, si es verdad lo de imagen y semejanza. Y si es verdad, el tipo es cruel de no habernos hecho más atractivos... para eso ahora prefiero ser atea –me dijo, como siempre llorando como cataratas descontroladas por el calentamiento global.
Para experimentar el alejamiento de la sociedad de consumo, quiso ingresar como novicia en un convento de clausura, pero a los 7 días, la echaron, porque comía demasiado, incluso asaltaba la heladera del convento por las noches, y por si fuera poco, se la pasaba haciéndoles preguntas a las monjitas, sobre las verdades o mentiras de la Biblia, rompiendo el silencio de la clausura.
La idea de Nietzsche, del superhombre, la hizo pensar en que quizá fuera una súper mujer.
-Por algo soy tan alta, fuerte y gorda... Y además mi modestia no me impide reconocer mi coeficiente intelectual altísimo, de genio... Debo ser una variación genética, destinada a crear superhombres en mi vientre –me dijo, la última vez que estuvimos charlando. Y en verdad, todo eso que expresó es verdad, incluido lo de la inteligencia. Tenía memoria absoluta para todo, podía multiplicar cifras de 9 dígitos al instante, y le ganaba a las computadoras, al ajedrez, en la máxima categoría, de campeón mundial, aprendió 7 idiomas, incluidos algunos de sus dialectos, una voluntad de acero y una fuerza sobrehumana, ya no para una mujer, sino para un hombre...
Hace tiempo que no tengo noticias de ella. Espero que no se haya dedicado a buscar engendrar la raza de súper hombres... porque ella es una supermujer, sí... pero muy ingenua para captar las verdades de la vida, incluidas las psicológicas y las culturales. Por eso compró tantas verdades incluso opuestas. Y una raza a partir de ella, sería presa demasiado fácil para los publicistas, los políticos y los lavadores de mentes...
Aunque en realidad, la raza actual, es igual a ella, digo... no sé...
Es tan querible... Pobre Leticia...