ELLA

Ella no tuvo la culpa…
Fue esclava de sus formas, de su cuerpo demasiado femenino, sensual, voluptuoso, si parecía que la hubiera dibujado yo, como dibujo a las mujeres muy deseables. Era la perfecta niña dulce, con cuerpo hembra demoníca. Sus modos y mohínes de hada seductora convertida en mujer muy joven, provocaban al verla, desesperar hasta la agonía. Su voz de soprano ligera, pero aniñada, le creaba un aura de imagen de la lujuria que deseamos todos los hombres, cuando decía “Quiero quererte como me quieres, pero no puedo… Yo te quiero para siempre”…. Y era verdad, nunca quise amarla, era como querer llegar al infinito, con alas de gaviota. Comprendía que se me iban a gastar, porque el viaje además era acaso demasiado largo. Nada es tan lejos como el tiempo que vendrá. Y además, demasiado veloz, como este latido que acaba de ser un salto en mi corazón, y el otro, y el que va a venir, y los que ya fueron.
No fue porque no me tuviera fe… Cuando una mujer codiciada como ella se entrega, es porque sabe que no va a ser defraudada. O al menos eso cree. Y no la defraudé, siempre le dije al maldita verdad…
-Vas a tener y ya las tienes, demasiadas ofertas de amor, de lujuria, de trabajo, por culpa o gracias a tus formas, al sonido de tu voz, a sensualidad de niña hambrienta de amor, de cualquier forma de cariño. Y vas a naufragar en el mar de tus deseos, de tu pequeña vanidad, de tu curiosidad, de tus pequeñas ambiciones normales a tu sexo, de tus instintos de hembra. Cuando se tienen mil y una oportunidades, sería un castigo satánico, que no las aproveches. Y tu historia futura, conmigo, va a ser muy corta.
Su realidad era muy simple, su padre murió cuando era muy niña, ocho años, antes de comprender que era la muerte y que es el maldito abandono de quienes dejan de ser. Y su necesidad de ser protegida, era superior a su inmensa fuerza potencial, que ella ignoraba. Tenía todo, menos fe en si misma. Y seguía buscando al padre, como lo buscó en mí. Y tuve la lucidez y la infinita suerte de ser lúcido, muy a mi pesar. Porque ella atontaba los sentidos y la inteligencia de cualquiera. Ahora es apenas un sueño, desde que la impulsé a volar al cielo donde debía pertenecer. Nunca sabré si lo mio fue amor, o terror, porque no hubiera sido fácil volar junto a ella.
Si tuviera mil vidas, como soñaba de niño, y fantaseaba sobre las condiciones perfectas y muy disímiles de cada una de ellas, si fuera posible ahora, luego de que pasé por su lado, no mil , mil y una, las hubiera pasado con ella. Pero supuse que no era justo, por lo que ella merecía.
Ahora solo lo cuento aquí, y la desdibuja mi lápiz, como es cuando la sueño, como si solo fuera ella un sueño, no de cuando la tuve…
Esa era demasiado perfecta…