LA MENTIRA ES VERDAD...

...Y LA VERDAD ES MENTIRA

Mi primo Horacio era lo más sincero del mundo.
-Siempre miento –decía y era su más genial mentira, porque eso era verdad. Después le daba una vuelta de tuerca y te envolvía. Tipo de mucha suerte con las mujeres, volvía muy tarde del negocio, y cuando la mujer le preguntaba porqué se retrasó, le decía:
-Estuve con una flaca divina, la conocí en el bar donde almuerzo y nos citamos para cuando cerrara el negocio y fuimos a un hotel y resulta que… ¿te cuento los detalles de lo que hicimos o no?, digo, por si te resultan desagradables…
-Leontina, la mujer, se reía y luego le preguntaba, ya tranquila, que le había pasado en el negocio. Y entonces él inventaba cualquier tontera, y ella feliz. Y la verdad era que se había ido con la flaca a un hotel…
Lo bueno que tenía es que sus mentiras eran piadosas. Por ejemplo, estafaba a alguien, y se lo negaba tan bien, que el otro se convencía, tanto, que lo hacía sentirse culpable, con lo cual era piadoso con el estafado, que quedaba feliz, y era piadoso con él, porque no le rompían la cara a trompadas. Con esas condiciones, pronto llego muy alto en la política… pasó a ser asesor de un senador muy famoso. Le inventaba mentiras tan buenas, que el senador se las creía. Llegó tan lejos, que se sentía decente, y a los demás senadores trataba de convencerlos de su decencia. Primero se le reían, luego le trajo problemas, empezaron a desconfiar de que en verdad fuera decente, y lo expulsaron del senado. Pero mi primo Horacio fue asesor de otro senador mucho más cínico, que ni se creía el mismo la hora, cuando miraba su reloj. Eso le traía problemas con las citas, pero Horacio llegó a convencerlo tan bien de las mentiras que le inventaba, que pronto llegó a ser candidato a gobernador de su provincia. Mi primo decía que la mentira es santa, porque la gente no quiere la verdad.
-Si todos siempre dijeran toda la verdad, el mundo se desplomaría… Se acabarían los matrimonios, las publicidades que sostienen a la TV, y la gente no tendría que mirar, y se aburriría, tendría mucho más sexo y la explosión demográfica se agrandaría al infinito y con muchos hijos cundiría el hambre y las guerras por el agua y los territorios para sembrar, y eso pondría furiosa a la humanidad y sería más violenta que ahora, habría más y más droga. Además de que se caería todo el sistema económico mundial, empezando por las bolsas de todo el mundo –afirmaba siempre, con tanta seguridad, que se imaginaba un santo. Llegó a creerse que no era mentiroso. –Soy un reciclador de verdades, y es una función ecológica –me explicaba siempre, tan bien, que llegó a creerlo. Era muy religioso, y se confesaba todos los domingos, y como le daba vergüenza decir que no mentía, porque aunque él lo creyera, no se lo iban a creer, creía que mentía, diciendo que mentía, para que le dieran una penitencia, que por oficio ético de mentiroso, no cumplía.
Les voy a decir la verdad, mi primo Horacio no se llama Horacio, ahora es un tipo demasiado importante, candidato a gobernador, y la mujer no se llama Leontina… es que de tanto estar juntos, me hice más mentiroso que él. Ahora, cuando me miro en el espejo, no creo que ese que está ahí, sea yo, creo que me miento para hacerme alguna chanchada… Mi mujer dice que es porque estoy viejo, y no quiero asumir mis arrugas, las canas y la falta de pelo, pero es mentira, porque ella se contagió de mí. La ventaja que le llevo a mi primo, es que yo sé que miento y no me creo mis mentiras… Yo sólo miento cuando hablo, y cuando escribo, y siempre que sea para sacar ventaja. Mire si voy a estar diciendo mentiras, sin ganar nada en ello, tratando de creerme que no envejecí. Si a los 25 años que tengo, no puedo haber envejecido nada. Mis nietas siempre me dicen que soy muy joven. Y los niños no mienten.