MI PRIMA BÁRBARA, ESTÁ BÁRBARA

Bárbara es la más bonita de mi familia. Como buena experta en psicología, ejerce al famoso “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Nunca se dio cuenta de lo que produce en los hombres. Los machos homo sapiens sapiens, son una especie exitosa, porque pueden estar en celo, al igual que sus hembras, todo el año. Y los machos, se excitan con la sola vista, cuando no con la imaginación, de una mujer muy voluptuosa, pero sobre todo si tienen delante de los ojos, sus senos, sus labios rojos y húmedos,
por la sangre que circula entre ellos, signo de excitación sexual, y símil de su vulva, cuando están disponibles, y sus nalgas, que les recuerdan que somos chimpancés en un 99,4 por ciento, y que ellos realizan el coito por detrás. Bueno, Bárbara usa minis, pantalones de seda de calce profundo, escotes hasta el ombligo, incluyendo la espalda. Y así vestida atiende a sus pacientes en su consultorio de psicóloga. Ni me pregunten si toda su clientela es masculina, porque se cae de maduro, que es así. A logrado de sus pacientes, más fanáticos, que Boca, River y San Lorenzo juntos, y miren que esos equipos tienen hinchas, eh… Cobra carísimo, y gana fortunas, porque nunca los tipos se quieren curar, y siguen ahí, firmes, hasta que llegan a tener que internarse en un neuropsiquiatrico, de resultas de su amor desesperado, y unilateral. Porque a mi prima, no le interesan los hombres que se interesen por ella.
–No me motiva un hombre que se babosee por mí, eso es para las tontas… Quiero uno que sea inalcanzable, y lograr seducirlo, hasta que lo tenga a mis plantas –me dijo un día, mientras yo pensaba como hacer para estudiar para playboy, para que me sedujera. Nunca lo conseguí. Bárbara tiene un profundo conocimiento de su psiquis, no de su cuerpo, y por eso conoce sus defectos morales y emocionales, y no le interesa un hombre que no se de cuenta de ellos, por considerarlo tonto.
-Si el tipo me pone en un altar, como a las modelos famosas, es un onanista más, de los que compran Playboy. Yo quiero que deduzca tanto mis defectos como mis cualidades emocionales e intelectuales por si mismo –me ha dicho –y me acepte por todo el paquete, no porque soy más o menos bonita-.
Carajo, yo le conozco todo, menos la cara de dios, y a mí no me tiene en cuenta, es terrible tener una prima como ella... Perdón, me salí del tema… uno es casi humano, tiene pasiones…De lo que ella no se da cuenta, como dije al principio, es que además de tener un físico demasiado excitante, que como se viste, destruye neuronas sexuales masculinas a lo bestia… cree que está bien vestirse así, porque está de moda y es muy femenino, y porque tiene más estrógenos que una convención de bailarinas de la danza del vientre. Y como la madre, tía Amalia, es igual, cree, ya desde chiquita, que su estilo de vestirse – casi desvestirse -es natural. Si alguno del los varones que lean esto, me pide el número de teléfono, le aviso de entrada que no le va a servir, porque tiene la agenda de consultas más que llena, incluso hay reservas para dentro de 5 años…manga de pajer…digo… nada, nada…
Bueno, yo no estoy revelando todo esto, para hablar tan solo de Bárbara, porque hablar y pensar en ella, me produce una tumefacción en una parte íntima, y eso me molesta. Es para decirle, que es mucho más útil, saber menos de psicología, y si aprender más de la observación de la realidad…Bárbara nunca tuvo novio…le exige demasiado a la vida. Leyó, como todas las nenas, La bella Durmiente, y culta como es, Romeo y Julieta. Y humana como también es, tiene incrustado en su cráneo, la idealización del amor… y no es su culpa… cuando más se tiene para elegir, peor se elige, y más se llena uno de dudas constantes… si eligió, si no lo pudo haber hecho mejor, o si no lo puede mejorar…Y les voy a decir algo triste… en promedio, casi todos somos más o menos iguales. Pero somos como las tuercas y los tornillos, no es que seamos buenos o malos, sino que para atornillar un amor, hace falta al menos, una tuerca y un tornillo que no sean de acero irreductible y firme, sino de plástico, que con tiempo y calor, y algunos golpes, se puedan amoldar al otro. Amén y amen.