miércoles, mayo 25, 2011

EL MATRIMONIO ES COMO UN VIAJE A UN PAIS REMOTO, DONDE TODO ES DISTINTO



EL MATRIMONIO

Matrimonio, no sé si es mala palabra. Deriva de matrero, astuto, tramposo, y de ahí salen palabras como matriarcado, matricida, y por supuesto, la unión de hombre y mujer. Creo que la cosa arranca mal, según mi diccionario etimológico. Pero lo malo, no que es arranque mal, sino que suele terminar mal. Y eso tampoco es lo más malo, sino que por lo general termina mal, porque anduvo mal. Y anduvo mal, porque se formó mal, con expectativas absurdas, ingenuas, infantiles, tipo la Cenicienta y sus secuelas, que se casa y desde ese acto va a ser feliz, y “que bien que está esta mujer, yo me caso para acostarme con ella todos los días”, o querer irse de la casa de los padres, porque se sienten mal ahí, y no tienen las pelotas para irse solos y pelotudeces semejantes. Cuando me casé, nunca había conocido un matrimonio que me gustara, que me impulsara a concretar el mío –los de antes eran tan malos como los de ahora, en promedio -comenzando por el de mis padres, que fue un desastre de entrada, y duró 14 años, porque mi padre tardó en morir, por culpa de sus bronquios de fumador. Si no se hubiera terminado antes. Y si decidí casarme, no fue por temerario, ni estúpido, ni por enloquecido de enamoramiento, embeleco, ni calentura… Sino porque había más que intuido, razonado, que había encontrado a una mujer de las que había una en un millón. Puro pedo de encontrarla, y que me diera bola a mí. Y genialidad de mi parte, de darme cuenta. Hice algo que aprendí de un presidente norteamericano, cuyo nombre prefiero no acordarme, que también era inventor. Bah’, en realidad no me lo estoy recordando, tengo problemas para recordar nombres. Pero el tipo agarró una hoja de cuaderno, hizo una raya en el medio, y puso bueno y malo en cada columna. Y escribí lo que Betty tenía de bueno, y lo negativo. Pero ojo, soy muy frío para analizar cualquier cosa importante, uso mi mentalidad de científico, o sea que si tengo una teoría, la sacudo de todas las formas posibles, para ver si se cae. Y no se caía, luego realicé en otra hoja, el mismo trabajo, pero conmigo y con las posibilidades que teníamos de salir bien parados del matrimonio. Y me di cuenta de que podía seguir adelante, porque no la iba a defraudar, ni ella a mí. Tenía dos problemas delante, mi salud, que era mala por mis pulmones, y comencé un tratamiento a fondo y la mejoré, lo suficiente como para no morirme en un
lapso breve y no ser una molestia. Y el otro, el de siempre, el trabajo, el dinero, y aquí si me jugué, porque me tenía fe. Vivía en un país que aún era un país, pese a los gobiernos.
En esto tuve rachas pésimas, gracias a los maravillosos “gobiernos” que tuvo el país que se llamaba Argentina, de esa época. Ahora el actual gobierno lo sacó de la terapia intensiva. Viene muy  bien, pero no maravilloso, porque en gobiernos, en economía y en la vida, los milagros no existen. Creo que los milagros apenas están en los libros sagrados, y en la boca de los religiosos de distintas religiones, que los nombran, pero nunca comprobé que uno fuera en realidad verificable. Y si los milagros existieran de verdad, sería un milagro. Aunque para mí ya que exista una flor, un beso, un amigo, una taza de café, un perro tuyo, eso es un milagro. Ni hablo de tener una mamá y un papá, de tener hijos, de tener buen compañer@ de tranvía… Eso ya no es milagro, es una anormalidad muy mágica, casi una alucinación. Una persona de cada cien, en el planeta, tiene una casa, una pareja, tuvo padres, no pasa hambre y pudo estudiar al menos un secundario. Esto está sacado de una estadística muy seria. Vuelvo al matrimonio… No es ni bueno ni malo, es como tener una Ferrari F 1. Si no se la sabe manejar, uno se mata en la primera curva. Si uno tiene condiciones, y practica, hasta puede llegar a ser Fangio. Pero no hace falta llegar a ser campeón mundial. Basta con saber manejar bastante bien, aunque sea un Citroen, pero ojo, que es peligroso, no es para flojos ni cobardes. Todo es trabajo, paciencia y sabiduría. Esto no es un spot humorístico, es apenas un cacho de mi vida.
Quizá le sirva a alguien de quienes leen estas pelotudeces, que son muy jóvenes, para mejorar su futuro... Eso sería un milagro.
Un beso en Cilencio.

2 Comments:

Blogger Estela Getino said...

Cilencio, me hace muy bien leerte. Todo esto yo ya lo había escuchado en el Museo de la Caricatura, en vivo y en directo, en las clases de vida que das ahí. Recuerdo también otros, como ser "si hay duda, no hay duda" y "yo no me enamoré nunca de Betty, la amé desde el primer día que la conocí. Hay pocos hombres, che, pero hay! ¡Grande, Cilencio!

7:37 a. m.  
Blogger CILENCIO NO SE CALLA said...

Estela, me hiciste quebrar, mientras le leí esto a Betty, se me mojaron los ojos... guacha... te quiero...

2:41 p. m.  

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